Recojo el relato de nuestra singladura desde la distancia otoñal de octubre. El repaso a la aventura se saborea así de forma especial, rememorando los buenos momentos vividos y generando ilusión para los que vendrán.
El balance de esta singladura es altamente positivo, aunque con un punto agridulce. Ese punto lo proporcionó un fuerte temporal de levante, con vientos de 30 nudos, junto a un retraso de bastantes horas para zarpar, pues el barco tenía una avería de motor. Consecuencias del todo ello: 3 jornadas refugiados en el Mar Menor y la renuncia a navegar por el parque natural de Cabo de Gata. Hubiéramos podido llegar a base de muchas horas seguidas de travesía, tanto de ida como de vuelta, lo que la tripulación prefirió evitar. Se dio un poco de mala suerte, pues habíamos contratado 9 días de barco en vez 7 precisamente para encontrarnos holgados en caso de cualquier retraso por mala mar u otra circunstancia. Pero era ya demasiado tiempo perdido.
Esas 3 jornadas encerrados en el Mar Menor no es el sueño de ningún navegante que se precie. Aquel paraje aparenta ser más un parque temático saturado de cierto ambiente de macarreo marino ( gritos y música a todo volumen en las embarcaciones, motos de agua incordiando por aquí y por allá ) que un mar en el que relajarse y disfrutar del aire libre. Por no hablar de sus aguas turbias medio contaminadas o del desolador paisaje urbano que ofrece La Manga. Aún así realizó bien su cometido, pudimos navegar, nos protegió durante la ventolera y evitó tener que amarrarnos a puerto esos días. Sólo nos refugiamos el último de ellos, en el Tomás Maestre. Previamente aguantamos dos noches fondeados, bajo un ventarraco que tensaba nuestra cadena al límite y levantaba oleaje en aquellas aguas lacustres incluso a sotavento de sus islas, con el consiguiente bamboleo del velero. Por ello, al tercer día decidimos tocar tierra y dormir plácidamente. Dentro de la mala fortuna, tuvimos la suerte de que esas jornadas se produjeran al principio de la singladura. Así después, con tiempo bonancible y mar cada vez más calmado, navegamos sin contratiempos y casi olvidamos ese "marmenorizado" inicio.
El resto ya fue placer!... Seguimos, como es lógico, recorriendo la costa murciana hacia el sur, deleitándonos con su bellísima, montañosa y despoblada costa. Al llegar a San Juan de los Terreros, ya en aguas almerienses, emprendimos retorno hacia el norte, rumbo a Torrevieja. Estas últimas jornadas se vieron jalonadas por la fructífera pesca que nuestra tripulante Juli realizó al curricán, lo cual festejaron la tripulación y especialmente nuestros estómagos. Unas 15 bacoretas cayeron en total en su caña!... las imágenes y el vídeo dan fe de su hazaña!
Dejamos a continuación una breve relación de bitácora sobre el discurrir de la singladura...
Viernes 20 - Embarque por la tarde. El insensato propietario había dejado solamente 2 horas de tiempo entre el desembarque del anterior grupo y nuestro embarque. Como es habitual, el barco llega con una avería de motor, un problema en la sujeción de la bomba de refrigeración. Así que no podemos zarpar hasta el día siguiente, a eso de las 12.30 de la mañana. Resulta imposible recuperar el tiempo perdido pero sí al menos algo de dinero: nos devuelven 200 Eur para compensar el retraso... algo es algo!
Sábado 21 - Zarpamos a media mañana. Tras dos horas de navegación fondeamos amarrados a una boya en Isla Grosa, junto a la entrada del mar menor. El tiempo es bueno y disfrutamos del baño, pero ya se anuncia el temporal del día siguiente. Así que a última hora de la tarde entramos en el Mar Menor y fondeamos a sotavento de la Isla del Fraile.
Domingo 22 - El día amanece gris, fresco y con vientos intensos. Nos dedicamos a jugar con la vela y la navegación por el Mar menor, recorriéndolo en sus cuatro direcciones. Pernoctamos fondeados a sotavento de la Isla Perdiguera.
Lunes 23 - El temporal continúa y el viento es aún más intenso. Nuestra cadena está tensísima y fuerza el bauprés, un poco suelto, por el que sale. Así que decidimos ir a puerto, al Tomás Maestre. Podemos pasear un poco por la Manga, bañarnos en la playa del mar Mayor y dormir tranquilamente bien amarrados.
Martes 24 - Por fin el tiempo comienza a mejorar, por lo que decidimos salir a mar abierto rumbo al sur. El arranque de la travesía resulta duro, con olas de 2 metros en el Cabo de Palos. Sabemos lo que nos vamos a encontrar, por ello la tripulación está bien preparada y aleccionada para las circunstancias. Al doblar el cabo, el mar empieza a entrar por la popa, con lo cual el resto de la singladura resulta cómoda. Así arribamos a La Azohía al principio de la tarde donde, ya en sus aguas protegidas, realizamos un fondeo plácido y pasamos la noche.
Miércoles 25 - Zarpamos rumbo al sur, con un mar ya muy calmado y fondeamos a mediodía en la bahía de San Juan de los Terreros. Allí tomamos la decisión de renunciar al Cabo de Gata. Cambiamos rumbo y nos dirigimos al norte, a la cercana Ensenada de Los Taray, donde disfrutamos de un delicioso fondeo vespertino y de una noche estrellada.
Jueves 26 - Continuamos hacia el norte, realizando un fondeo de pocas horas en Calabardina. Después nos dirigimos a Cabo Cope donde disfrutamos nuevamente de uno de los mejores fondeaderos de la costa murciana si el tiempo es plácido, como el que tenemos.
Viernes 27 - Por la mañana andurreamos por el cabo y subimos hasta la loma que lo corona, desde donde se puede contemplar toda la sierra de Calnegre. A media mañana zarpamos hacia el norte rumbo a La Azohía. Nuestra intención es realizar un fondeo por el camino, pero se inicia un viento intenso del sureste que levanta mar en todos los posibles fondeos. Así que continuamos directos hasta nuestro destino. En la Azohía, habitualmente de aguas muy protegidas, la cosa se complica aún más. Sólo es vulnerable al viento del sur-sureste, poco habitual, y justo el que soplaba este día. Aunque es una batidora fondeamos allí, pues hemos quedado para cenar con una amiga que se aloja en tierra. El traslado de la tripulación desde el velero hasta la playa en la zodiac resulta un verdadero calvario. La zodiac golpea el casco del velero al embarcar y en la playa se zarandea con las olas al desembarcar. La vuelta, ya de noche cerrada, es similar. Sólo un milagro impìde que nadie se lesione, pues las condiciones apuntan a ello. Para rematar la faena, el velero se bambolea cual montaña rusa durante toda la noche. Casi nadie pega ojo!
Sábado 28 - Tras la noche toledana, nada más amanecer, a las 7 de la mañana levantamos anclas y nos dirigimos al norte de Cabo Tiñoso, en concreto a Cala Salitrona, lugar bellísimo y absolutamente protegido del dichoso mar del sureste que nos torturó durante la noche. Allí disfrutamos de horas de placidez y baños por doquier en aguas cristalinas. A mediodía zarpamos rumbo al este, para alcanzar la Isla del Fraile al atardecer. Por el camino, nuestra tripulanta Juli realiza un alarde de pesca al curricán, haciéndose con una decena de bacoretas que acaban en nuestro estómago en la cena. Así, la travesía resulta de lo más entretenida! La web PescaTorrevieja recoge una detallada referencia sobre la hazaña. Finalmente, cuando llegamos a la Isla del Fraile, con la intención de pernoctar en una de sus boyas, observamos que el mar todavía bate en la zona. Por ello, para asegurarnos por fin una noche tranquila, volvemos a entrar en el Mar Menor, donde fondeamos una vez más en aguas turbias pero plácidas.
Domingo 29 - Salimos del Mar Menor a primera hora de la mañana y nos amarramos, ahora sí, a una boya de la Isla del Fraile para pasar unas horas antes de dirigirnos a puerto. En esta operación todavía tenemos que realizar una intervención marinera peculiar. Sopla viento y en el campo de boyas hay bastantes embarcaciones, lo cual complica la pesca de la boya. Durante la maniobra el cabo que sujeta la boya al muerto del fondo se... ¡enreda con nuestra orza! Me han ocurrido un sinfín de percances patroneando veleros, pero justo éste resulta nuevo. Después de bucear para ver de primera mano la situación, maniobrando el velero consigo desenredar el dichoso cabo sin que la cosa vaya a más. Tras esta última aventurilla, zarpamos a mediodía para Torrevieja, donde arribamos a primera hora de la tarde y devolvemos el barco sin mayores contratiempos.
¡Seguimos en tiempo pandémico! Aunque, por suerte, con la vacunación muy avanzada en toda Europa, parece que esta funesta época comienza a evolucionar hacia la normalidad que todos conocíamos antes de la debacle. A pesar de las pandemias, el equipo de navegantes habituales no nos arredramos. Por eso nos lanzamos a navegar por Grecia en el verano de 2020. Y también por eso en febrero de este 2021, en plena ola de contagios por la variante británica del Covid, nos encontrábamos reservando un velero para el verano. Eso sí, esta vez hemos sido un poco más conservadores, decidiendo quedarnos en aguas españolas. Para ello barajamos diversas opciones, decantándonos por la costa del Cabo de Gata.
Esta bellísima costa la hemos navegado en distintas ocasiones. La más prolongada, en el verano de 2019. La mayor dificultad para ello reside en conseguir un velero de alquiler. La oferta resulta muy amplia en otras áreas, como Baleares, Costa Brava, Denia. Sin embargo, en Murcia es reducidísima y en Almería inexistente. Nuestra intención era intentar alquilar un velero no muy distante del parque natural de Cabo de Gata. La localidad de Aguilas en Murcia sería óptima como puerto de salida. O Roquetas en Almería. Pero, ¡nuestro gozo en un pozo! Al igual que en el 2019, nos vemos forzados a zarpar desde una cierta distancia y a recorrer millas para alcanzar Cabo de Gata.
De hecho, la limitada oferta nos ha llevado a repetir el mismo puerto y barco que contratamos en el 2019. Algo que hubiéramos querido evitar, pero casi única opción que encontramos para las fechas escogidas y la tripulación que somos. Así que partimos de Torrevieja en nuestro ya conocido Beneteau Oceanis 38 Weekender. Un barco peculiar, pues el camarote de proa no presenta separación con el salón. Pero un velero muy cómodo, de amplia bañera, por lo demás. Ahí van unas imágenes:
El equipo marinero lo formamos 7 tripulantes/as, muy experimentad@s y avezad@s:
Eugenia, Carola, Inma, Emma, Juli, Susana, Luis
Y las fechas elegidas son del viernes 20 al domingo 29 de agosto. En total 10 días, que nos darán para recorrer la costa de Murcia y Almería con un poco más de pausa que en el 2019, donde contábamos sólo con 7 días, lo que nos forzó a realizar largas jornadas de navegación.
Todos los años deseamos que llegue el tiempo de la singladura veraniega, pero este probablemente más. Los confinamientos sanitarios del invierno nos han inducido un profundo anhelo de viaje y espacios abiertos. Y para ello, qué mejor que el mar. Así que, en breve podremos comenzar a olvidar las restricciones pasadas, enarbolando nuestro tradicional grito de guerra: "A navegaaaaar!!!!...."