Esta singladura es una de las de recordar por mucho tiempo. Resultó muy trabajosa de patronear, casi una paliza, pero mereció la pena. Pues hemos cumplido el sueño náutico, que acariciábamos desde hace años, de navegar por Cabo de Gata. Y no nos ha defraudado, ya que es una costa bellísima que en no pocas ocasiones nos recordaba a la de las Islas Griegas.
Se trata de una singladura, además, arriesgada. Por un lado, porque requería hacer muchas millas desde el punto de partida, Torrevieja. Y por otro, porque los vientos intensos del este, los predominantes en ese área, dificultan considerablemente la navegación por la zona. De hecho, a nosotros nos dificultaron y... a punto estuvimos de no poder alcanzar Cabo de Gata! Una gota fría se interpuso en nuestro camino y nos tuvo un día y medio completos bien amarrados en el Puerto de Garrucha. No hay mal que por bien no venga, así que aprovechamos para pasear por el pueblo y deleitarnos con sus famosas gambas.
El embarque ya resultó accidentado, pues coincidió que la Vuelta Ciclista a España salía precisamente del puerto de Torrevieja el día que embarcábamos. Omitimos los detalles del caos y los muchos problemas que ello nos causó. Tuvimos que huir al puerto de San Pedro del Pinatar, unas cuantas millas al sur, donde encontramos la paz necesaria para hacer la compra de víveres y realizar la estiba.
Desde allí, la navegación hacia el suroeste discurrió plácida inicialmente. Pero el segundo día, cuando estábamos fondeados en la bahía de la Azohía, tuvimos noticia de que se adelantaba la temida gota fría. Así que salimos de la bahía a primera hora de la tarde, con vientos que empezaban a soplar ya muy intensos del noreste y que levantaban olas de dos metros. Menos mal que entraban por popa y, con ayuda de la génova, navegando a 7 nudos alcanzamos de madrugada el puerto de Garrucha.
Tras el paso de la gota fría, nos dirigimos por fin a la Cala de San Pedro. Probablemente el fondeo más bello y exótico del mediterráneo peninsular, donde pudimos permanecer a placer dos noches. Y disfrutar desde allí navegando un poco más hacia el sur, hasta la Isleta del Moro, con fondeo por el camino en el Playazo de Rodalquilar. Las 110 millas de vuelta desde la Cala de San Pedro las escalonamos en 2 jornadas, zarpando al amanecer mientras la tripulación dormía para hacerlas más llevaderas. El viento seguía siendo del noreste, es decir, de proa, lo que provocó que la vuelta resultara lenta, sin ayuda de la vela, haciendo medias de unos 5 nudos.
Dejamos a continuación el mapa con los lugares de recalada y la leyenda de los mismos, indicando con siglas si paramos de ida o de vuelta (I: ida, V: vuelta).
Puntos de recalada:
1 - Puerto de Torrevieja
2 - Puerto de San Pedro del Pinatar (I)
3 - Isla Grossa (I)
4 - Playa de la Azohía (I y V)
5 - Calabardina (V)
6 - Playa de las Palmeras (V)
7 - Puerto de Garrucha (I)
8 - Cala de San Pedro
9 - El Playazo de Rodalquilar
Y ahí quedan algunas imágenes que dan una pequeña impresión de lo maravilloso de este viaje:
Este año los vientos nos llevan a quedarnos en la península para nuestra aventura veraniega de una semana, que será la última de agosto. No lo hacíamos desde hace más de diez años, que navegamos la Costa Brava, y he de reconocer que me ilusiona el proyecto.
En dos ocasiones hemos navegado la costa de Murcia, pero pocos días y no en verano. Es una costa bellísima, bastante desconocida para los navegantes de nuestro país, que tienden a decantarse por las Baleares u otros lugares. También es complicada, pues contiene no pocos bajos y piscifactorías que requieren apuntar muy bien los rumbos. Además, al estar toda ella expuesta al Este, si el viento es intenso de ese cuadrante, no hay más remedio que refugiarse en puertos o en el Mar Menor.
Partimos de Torrevieja, con la intención de llegar lo más al sur posible y la vista puesta en el Cabo de Gata. Este parque natural lo hemos andado en múltiples ocasiones, pero es de las pocas zonas de la península que nos queda por navegar. Y a la que le tenemos unas ganas tremendas, pues es toda una belleza de costa.
El equipo náutico lo conformamos 7 tripulantes, todos veteranos. A saber,
Carola
Inma
Emma
Manolo
Rafa
César
Luis
Sobre el barco, es un modelo peculiar. Se trata de un Beneteau Oceanis 38 Weekender. Un barco de 3 cabinas, de línea moderna, con una bañera impresionante y popa abatible. La particularidad es que el camarote de proa no tiene mamparo de separación, tan sólo una cortina. Diseño peculiar en un barco de esa eslora. Ahí dejamos unas imágenes del "bicho":